Por Alfonzo Torrega.
Reflexión de contraste entre los derechos de autor y la aplicación de inteligencia artificial en la generación de contenidos, todo a la luz de la lectura del diario de Ana Frank.
Escribir a la luz de un encierro, tal como lo hizo Ana Frank en su diario, hizo resurgir reflexiones importantes en mi persona. Por un lado el proceso que implica adjudicar la creación de una obra a una persona, a ese individuo que llamamos “autor”; y por otra parte los recientes conflictos entre colectivos de autores y la inteligencia artificial.
La forma en que se nos seduce a adjudicar la autoría del diario encontrado a Ana Frank se precisa al final de dicha obra al señalar (…) “La Gestapo arrasó el Anexo, dejando por el suelo revueltos viejos libros, revistas, periódicos, etc., entre los cuales Miep y Elli hallaron el Diario de Ana. Salvo algunos párrafos que no ofrecen interés al público, el texto original es publicado íntegramente.”
Fue así como se adjudica una obra a una persona, en el caso de la obra citada, a Ana Frank. Hoy en día la escritura digital supera las dimensiones de la simple localización de un texto, de su firma, de su estilo de escritura, de sus contenidos; trasciende entonces un sin número de nuevos retos digitales para adjudicarle a un individuo la autoría.
De unos meses al día de hoy, el problema invita a reflexionar nuevas cuestiones, por ejemplo: ¿De lo que leemos, qué es de propia autoría? y ¿De lo que leemos qué es parcialmente creado por la Inteligencia Artificial?
Para citar el contexto más controversial se me viene a la mente la aplicación del chatbot de inteligencia artificial llamada ChatGPT , (el Observatorio de palabras del Diccionario de la Real Academia Española que ya ha introducido nuevas acepciones de palabras como la palabra googlear (guglear), seguramente vendrá a agregar la palabra ChatGPTear en un futuro inmediato), esta aplicación de tecnología, que en su forma más utilitaria ayuda a aminorar tiempos en ciertos procesos como en redacción de correos, memorandos, invitaciones, etc., hasta en formas “más o menos perversas” (intelectualmente hablando) para la creación de conocimiento y obras como libros, artículos, guiones, cuentos, etc. Siendo que así lo han considerado algunas asociaciones de autores estadounidenses como la asociación Authors Guild y otros más como propietarios de código fuente y artistas visuales.
Aquí gusto de traer a colación aquel conflicto, que en otras dimensiones, viví en la adolescencia (años 90´s), cuando gozaba de tomar clases de mecanografía (a la postre una herramienta que venía a simplificar la escritura manual en la creación de contenidos escritos), y aparecieron nuevas tecnologías como la máquina de escribir eléctrica y la computadora.
En aquel entonces se nos invitaba a los estudiantes a ser cautelosos con el uso de la nueva tecnología por considerarla peligrosa para la adquisición de las viejas habilidades, por ejemplo: la precisión de escritura en máquina de escribir sin permisión de copiar-pegar, impresión de documentos manipulados, y hasta la apropiación de contenidos de enciclopedias digitales como Encarta.
Tiempo después, la escritura a máquina de escribir cedió sus espacios y aulas a nuevas tecnologías a cuartos de computación.
¿No es esta la nueva reflexión que tenemos ahora de una forma más actualizada? La creación de contenidos automatizada como una herramienta para facilitar tareas antiguas, alimentada por el gran número de contenidos digitales. Será posible crear contenido novedoso, será más inteligente e infalible la IA, esa que aparentemente no “tropieza dos veces con la misma piedra”.
Los derechos de autor si bien se ven amenazados, podrían terminar cediendo a las nuevas tecnologías, y a la postre dejar de ser importante distinguir de quién es el diario, simplemente reconociendo las obras por sus contenidos y no por sus creadores, alabando contenidos y no contenedores.
Y entonces a todo esto, este artículo que tienes en tu pantalla lector ¿Quién crees que es el autor? Gusto hacer un llamado al inicio de una nueva era que denomino “El peligro de extinción de la autoría”.
**En esta creación no fue empleada la inteligencia artificial, solamente las habilidades de mecanografía aprendidas en mi adolescencia… aunque de haber usado una herramienta de inteligencia artificial seguramente habría usado menos tiempo y energía personal.