Reflexiones desde el análisis histórico de la justificación de ausencia por temas médicos en audiencias laborales en México.
Por Alfonzo Torrega.

El ambiente laboral en México (como en otros países) sugiere el cuidado especial en temas de salud en el empleo.
Existen Comisiones Mixtas (trabajadores- empleadores) de Seguridad e Higiene cuyo principal fin es prevenir y evitar accidentes y enfermedades en el empleo; sin embargo, los problemas de ausentismo por enfermedad son comunes en las fuentes de trabajo.

La óptica es dual, tanto empleadores que se quejan de dudosa sintomatologías que se hace acompañar de un certificado de incapacidad de una unidad médica familiar del IMSS, como trabajadores que se quejan de condiciones insalubres que fomentan el riesgo a sufrir enfermedades o accidentes en el trabajo.

La resistencia y la complicada adaptación que sugiere la ausencia de un trabajador o trabajadora genera una molestia, los cambios en las rutinas se aderezan casi siempre de una sensación de incredulidad sobre las causas ajenas que conllevan a ausentarse.

Pensemos en las trabajadoras del hogar (quienes admiro por la lucha constante por sus derechos), los y las cuidadoras (de niñas, niños o personas con alguna enfermedad), por citar algunos modelos de empleo cuya ausencia devora emocionalmente a sus empleadores pues, pone a prueba su tolerancia a la frustración, habilidad para adaptación al cambio y claro pone en juego las dinámicas familiares para afrontar el ausentismo (esta parte la más detonadora de conflictos laborales en el hogar).

La ausencia en el empleo es una de las grandes metáforas en materia laboral, es sin duda la ausencia la que hace que valoremos la presencia (no siempre sucede a la inversa).
El enfoque y percepción de la inasistencia es diversa, de forma espontánea es molesta (para el ausente por sufrir en carne propia la vulnerabilidad del cuerpo y al empleador por las tareas que habrá que aplazar unos días), lleva a reflexiones constantes desde diferentes ópticas.

Aunque sin duda una de las ausencias que más lastiman, son las ausencias procesales por enfermedad (que goza de ser acompañada por un justificante médico de dudosa fidelidad y apego a la realidad). El daño que le causa al sistema de justicia laboral es absoluto.

La verdad no puede estar más alejada de esos justificantes, la normalidad en su recepción, la pasividad en su tratamiento, la falta de aplicación de los novedosos sistemas para inhibir la mala práctica ( como trasladarse al lugar donde esté convaleciente el enfermo por parte de la autoridad) es de atención especial.

Pareciera el mal necesario, la respuesta implícita ante la negativa de asistencia de las partes, el deseo de prorrogar la ansiedad de participar en una audiencia, la irresponsabilidad de las partes de atender sus males (juicios), o simplemente la falta de interés y tener en baja valía la justicia laboral, tal vez una mezcla de todo.
Seamos analíticos sobre el mal que hace mentir, en procesos, en trabajo activo, pues será la puerta para la decadencia o para eternizar el conflicto laboral.

**Nota: este mal apremia tanto a empleadores y empleadoras como a trabajadores y trabajadoras, nadie se escapa de la tentación a mentir sobre una enfermedad.
Los motivos y los daños colaterales son distintos pero al final todo lastima la relación de trabajo. Las y los médicos que participan en esta práctica deberán concebir su participación activa en el engaño, el galeno debe entender que no es un justificante médico sino la creación de una mentira a través de su practica en la medicina. 
Están entregando una orden médica alejada de la verdad, tarde o temprano, alguien que le enoje la mentira les traerá en cara ante las autoridades y les quedará más que reconocer su mentira a los ojos de la sociedad, de las y los juzgadores, y al final tendrá que ser juzgado.