Cuando iniciaba mi pasantía como abogado en temas familiares en el mes de julio 2006, la opción para divorciarse, por antonomasia, era elegir alguno de los 9 juzgados en materia familiar para divorciarse, esto por lo menos en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Entonces apenas se inauguraba el Juzgado Noveno Familiar, cuya sede, en el cuadro del centro histórico de Guadalajara, no le venía nada bien para un ambiente de paz a las partes. Simplemente había que subir unos cuantos pisos para acceder al juzgado, o esperar a ascender por elevador con capacidad para 4 personas, cosa que regularmente detonaba en una larga fila y en graves afectaciones a La Paz interior.
En aquel entonces, los requisitos para divorciarse eran claros, pelearse en sede judicial o llegar a un “mutuo acuerdo”; de ambas opciones se apropiaba la sede judicial. Y en un ejercicio claro de domesticación legislativa, con base en premio o castigo, por citar el concepto de domesticación de Don Miguel Ruíz Jr. de su libro la Maestría del Ser, pareciere que los castigos legales, para divorciarse como para volverse a casar después de divorciado (esperar 1 año después de divorcio para casarse o esperar 1 año de casado para acceder al derecho al divorcio no resultaban muy funcionales). Y a estos castigos, se sumaban un sin número de causales a demostrar para divorciarse de casi imposible probanza.
Ya en el año 2013, en vigencia de los métodos alternos de solución de conflictos y el cambio geográfico de Sede Judicial, a saber, del centro histórico de Guadalajara a la Periferia en Zapopan, (hecho por algunos calificados de una medida clasista, tal como obedeció el cambio de sede del Estadio Jalisco migrando su sede de Guadalajara a Zapopan) vendría a darle un tinte más humano y pacífico a las controversias. Por lo menos el factor de comodidad de “sede judicial” no resulta ahora un elemento que motive desavenencias; por lo menos se cuenta con capacidad para elevadores, estacionamiento; aunque las nuevas generaciones encuentren (incluyéndome) nuevos motivos de los cuales quejarnos de la calidad de nuestras sedes judiciales.
Con el cambio geográfico y concentración de órganos jurisdiccionales y la inauguración del Instituto de Justicia Alternativa, les acompañó a dichos cambios la inauguración de nuevas vías de divorcio, pudiendo optar por sede Administrativa o Sede Judicial; ahora los acaparadores serían los Registros Civiles y los Jueces; siguiendo sus dos modalidades, en sede judicial las vías contenciosa y “mutuo acuerdo” y en sede administrativa el divorcio administrativo. Prevaleciendo etapas, que en sus objetivos, pocas veces se cumplieron sus fines, como la ratificación de la solicitud de divorcio y el avenimiento- pláticas conciliadoras; y refiero su poca eficiencia por el tan avanzado malestar de cónyuges al momento de instar a las sedes referidas, por lo que el avenimiento – pláticas conciliatorias se limitaban a un tema más burocrático que funcional.
Siendo que actualmente, la sede de divorcio administrativo y de divorcio por mutuo acuerdo encontraron nuevas sedes, a saber: sede centros de justicia alternativa, sede registro civil, y ante notario público; retirando legislativamente la obligación de una junta de avenimiento de carácter burocrático.
Es así, que el camino y transformación de las formas en el divorcio, ha decantado en dejar al descubierto que el grueso del conflicto, se encuentra en el fondo, esto es, en las soluciones que busquen ayudar a los cónyuges a encontrar los mejores acuerdos; sin ataduras de domesticación, sin premios ni castigos, sin reservas para volverse a casar después de divorciados, sin limitaciones para permanecer casados para divorciarse; simplemente para favorecer al libre desarrollo de la personalidad.
Es la hora, en el año 2021, casi después de 15 años de transformación de las formas, que los colegas, mediadores, prestadores de servicios de métodos alternos de solución de conflictos, hagamos un esfuerzo en reconocer las herramientas para solucionar el fondo en los divorcios, y que dichas soluciones ayuden a formar acuerdos funcionales a corto y mediano plazo, siendo que en aquellos matrimonios que existen hijos, los divorciantes que sean orientados, bajo la visión evolutiva de la familia, con base en acuerdos constantes y soluciones tan cambiantes como las situaciones, adolecerán a largo plazo la agonía del conflicto.
Porque ahora que nos alejamos de las formas, es hora de entender el fondo y ayudar a La Paz en las familias que dolorosamente viven un divorcio en sus entrañas.