Reflexiones sobre la perspectiva inicial de todo conflicto que emerge de los tratos cotidianos en la vida.
Por Alfonzo Torrega.
El resultado impredecible que secunda la frase ¡Trato Hecho! es de relevante atención. Existen quienes prefieren y apuestan a la palabra como primer reflejo de solvencia moral, y otros que hasta a su mamá le hacen firmar un documento para afianzar la palabra.
Escuché decir a Giulia Vallar en su ponencia “The law applicable to the validity of the arbitration agreement” , la siguiente frase – Less predictibility, more money the parties will expend-, algo así en castellano como “entre menos predecible es el acuerdo, más dinero las partes gastarán”.
Entonces ahi deriva una cuestión, ¿qué tan predecible es la palabra de las personas? Ya reza una canción “Palabra de Honor” interpretada por Luis Miguel, que nos conduce inevitablemente a preguntarnos ¿De dónde deriva el valor que tenía la palabra? ¿Qué había de diferente antes que ahora, para que la palabra sea funcional y útil como cierre de un trato.
Habrá que adentrarnos en la frase “Palabra de Honor” o tal vez en “Te lo juro por ésta (besando la señal de la santa cruz)” o probablemente en un simplemente “Te doy mi palabra”. ¿Qué resultado es el que debería derivar de dar la palabra como garantía? Actualmente quien otorga la misma garantía (mobiliaria o inmobiliaria) de forma simultánea a diversas personas podría ser juzgado por la justicia penal, principalmente por engañar a la persona que se deja fiar de dichas garantías; aunque anteriormente podrías entregar tu palabra a un sin número de personas como muestra de cabal futuro cumplimiento sin problema alguno.
Se rumora que el valor de la palabra de honor deriva de un entorno bélico, donde manuales que regulaban la liberación de prisioneros de guerra, quienes eran liberados bajo palabra de honor de no volver a tomar las armas y empleaban la siguiente estipulación ante la infracción a la palabra, algo así como, “La violación de la palabra de honor se castiga, conforme al derecho de la guerra, con la pena de muerte”.
Pero quién se obligaría hoy en día, en un ambiente comercial, familiar, civil, a posicionar su palabra de honor como garantía de cumplimiento , si la consecuencia del rompimiento de su palabra fuera la muerte.
Entonces si la palabra de honor fuera suficiente, aquella digna melodía sería infalible para olvidar a quien fuera (imagine la melodía palabraaaa de honoooooor…. Te voy a olvidaaaa a a ar).