Reflexión y utopía a partir de las nuevas políticas públicas de mejora del empleo en México.
Por Alfonzo Torrega.
El conflicto se sitúa regularmente en cuánto me llevo al final de mi encargo en cualquier empleo. Se tienen teorías para usar específicamente dos conceptos, liquidación y finiquito. Por un lado el producto de un conflicto (liquidación) y por el otro el resultado de una salida voluntaria del trabajador (finiquito).
Pero cuando el problema se sitúa en una salida abrupta del trabajador. Las dos caras de la moneda deben ponerse de acuerdo, en pesos y centavos, en lo justo o lo que merezco, y al final todo apuntará en un punto entre liquidar y finiquitar (regularmente).
Pero qué sucedería si una empresa tuviera la (utópica) política de otorgar 3 meses de indemnización a cualquier trabajador o trabajadora, al momento de salir de su empresa (de buenas o de malas).
Tal vez por compensar los buenos momentos que se tuvieron en la empresa, por el largo caminar y costo de oportunidad del empleado de haber decidido aplicar para su empresa y no para otras, o por el simple hecho de que el que se va hablé bien de su anterior empleador.
Probablemente en la etapa conciliatoria (obligatoria en México hoy en día antes de acudir a un juicio), todo terminaría de bien y de buenas; o tal vez , todo se solucionaría en la empresa.
Probablemente las áreas de reclutamiento tendrían más cuidado (y más trabajo) en la selección de personal. Quién quisiera premiar a un colaborador que no dura ni un día?
Probablemente los contratos de modalidades de periodo de prueba y de capacitación fueran ajustados a la realidad y no a un simple capricho de la temporalidad deseada para la primera fase del empleo.
Probablemente (del otro lado de la moneda) todos quisieran ingresar a una empresa así, y les motivaría más su pronta salida que su permanencia.
Al final el enfoque sería , de nueva cuenta, subjetivo, según la experiencia de cada protagonista. Al punto de pensar el que dura más en la empresa pueda resentir la política y sentir que es injusto que alguien con menos antigüedad se lleve lo mismo y probablemente pediría 6 meses por su salida (quién sabe).
Pero en un mundo laboral (en México) donde se acortan jornadas laborales, se amplifican vacaciones, volver una política pública una indemnización obligatoria a todo aquel que salga de una empresa podría ser una realidad futura a corto plazo. Quién sabe y mi reflexión ya se encuentre en la agenda de algún legislador y nos toque reflexionar desde una ley y no desde una política de empleo.
Nos vemos en una nueva utopía que se vuelva realidad.